miércoles, 26 de noviembre de 2014

El tabú del amor.

¿Os habéis preguntado alguna vez qué te quiero o te amo es el más difícil de pronunciar? 
Cuando sientes esas mariposas en el estómago, cuando estás siempre nerviosa por verle, cuando no sabes qué ponerte para estar perfecta, cuando sólo has empezado a sospecharlo... es horrible decirlo. Te invade el miedo por ser el primero o el orgullo para no serlo. Miedo a elegir mal el momento, el lugar. Miedo a que el otro no lo sienta. Y sin embargo, un día cualquiera, sin más, sin planearlo... sale o lo oyes, es natural, espontáneo. Perfecto.
Después de eso, no paras de decírselo, no dejas de oírlo. Es maravilloso. ¿La magia del amor acaso?
Pero pasan los años. Cada vez hay más confianza y debería, a su vez, ser más fácil decirlo. Debería seguir siendo algo natural, pero se convierte en un tabú. ¿Miedo? No. ¿Pereza? No lo creo. ¿Entonces? Comodidad. 
El ser humano es, como todos, un animal de costumbres y cuando está con alguien mucho tiempo da por hecho que siempre va a estar ahí. Llega un momento en el que no agradecemos a los demás su tiempo, su ayuda o que permanezcan a nuestro lado. Pensad que a todos cuando éramos pequeños se nos llenaba la boca diciendo "te quiero" a padres, abuelos, hermanos. Pensad ahora cuánto tiempo hace que no se lo decís cara a cara, sin usar un medio escrito. A mí no me valen los TQM, ni los estados de facebook/twitter/instagram o lo que sea,para decirlo (aunque yo misma lo haga).
¿Significa eso que la vergüenza sigue ahí, que a pesar de los años y/o la confianza, nos avergüenza decir "te quiero"? Me temo que sí. Hace mucho que no oigo a mis padres decírmelo a mí, aunque sí oigo cómo (se) lo dicen a mis hermanos. No creo que por ello no me quieran, es sólo que yo sí estoy presente y es más difícil. Sin embargo, hace poco que yo se lo dije a mi pareja y no me refiero a mensajes de texto o cualquier otra mensajería instantánea.
Me refiero a estar los dos en silencio, mirándonos a los ojos. Acaricié su rostro y de repente... me sentí agradecida por tenerle ahí, porque él haga hermoso el silencio y me sobrecogí. Me sobrecogió que después de casi once años pudiera seguir haciéndome sentir así. Le besé. Me emocioné, se me escaparon algunas lágrimas, no me avergüenza reconocerlo. Entonces él me devolvió el beso, me acarició la cara, me apartó el pelo y simplemente sonrió. Supe que estaba pensando lo mismo que yo. Recordé que él fue el primero en decir te quiero y ese recuerdo me hizo sonreír. Aparté mi mirada y con la voz quebrada le dije: Te quiero. Recibí un abrazo y un beso por respuesta. Unos minutos después él dijo: Yo también te quiero.
Él ha sido y es mi mayor apoyo, uno de mis mejores consejeros, uno de mis mejores amigos. Y sí, sé que en uno de éstos posts dije que el amor era otra cosa y no lo que tengo. Esto es mejor que el amor, porque es amor en estado puro. Un amor consecuente, inteligente, claro, sincero e imperfecto. Un amor que sabe odiar, discutir, defenderse, protegerse, llorar y que a pesar de todo sigue amando. Un amor que ya no requiere de tantos te quieros, pero que cuando llegan los valoras y aprecias más que aquellos muchos que os decíais en la época de mayor explosión. Tengo a mi lado una persona que me hizo ver que el amor madura, no envejece o muere, simplemente madura, crece y cambia contigo. Nosotros vamos de la mano por este tortuoso camino y nuestro amor crece, cambia y madura con nosotros, aunque ya sabéis que cada uno ama, siente y demuestra en diferentes niveles y formas.
El amor tiene muchos caminos, muchas formas, muchos tabúes, pero todos y cada uno de ellos necesitan lo mismo para ser llevados adelante: valor.
Tened valor. Amad y gritadlo.

No hay comentarios:

Publicar un comentario