jueves, 26 de febrero de 2009

Soy...

Soy el silencio de la noche,
el quebranto de las estrellas,
el manto que te cubre
cuando al Amanecer esperas.
Soy el agua que corre
colina abajo de tus muslos,
cuando bajo la cascada
muestras tu cuerpo desnudo.
Soy la hierba que pisas,
la piedra con la que tropezar,
soy el suspiro del viento
cuando hace a las ramas zozobrar.
Soy el horizonte que divisas
cada noche al despertar
de aquel temible sueño
que no deja a tu alma descansar.
Soy paz y soy guerra,
soy murmullo y estruendor,
soy la noche que te ampara...
soy tu musa, soy tu amor.

miércoles, 25 de febrero de 2009

Natura

¿Cuántas veces debe pasar?
¿Cuánta hambre hemos de sufrir?
¿Cuándo la dejaréis de maltratar?
¿Cuántos seres han de morir?
La Naturaleza pide calma
y ustedes con sus Versaches
no atienden su petición.
¡Pobre Naturaleza
que no viste de ocasión!
Le pagáis con Prestige,
guerras y contaminación;
a pesar de sus llantos
llamáis a la destrucción.
Se portó bien con nosotros
cuando nos echaron del Edén,
nos dio cuanto pedimos
y ahora le somos infiel.
Con versos han comprado
a sus devotos votantes,
con miseria queréis comprar
la rebeldía de los zagales.
Pero hemos abierto los ojos
y nos tendréis que escuchar:
-¡Atended a la Naturaleza!
¡Dejadla ya de maltratar!

lunes, 23 de febrero de 2009

Libros

Paseo por entre fuentes
Con libros bajo mis pies.
Buscando en sus aguas
Los ojos de tu ayer.
Desgrano de sus entrañas
Un efímero conocimiento
Que sacian, agua límpida,
La sed de mis secretos.
Tanteo con miedo
Cada poro de tu piel,
Temo caer en ellos
Y no volverte a ver.
Sueño sin éxito
Lo que imagino de ti;
Desprendiendo al compás
De un parpadeo
Los recuerdo ilegibles
De un momento.
Pienso, reflexiono:
Que por estos libros
Donde yo ando,
Andaste tú un día
A la voz de un desamparo.

Conquistar el pasado...

Querido Amor:

Te escribo desde el silencio de la noche y bajo el quebranto de las estrellas para reprocharte mi pérdida.
Cuando te presentaste a mí no me hablaste del dolor, del llanto… de la agonía. Me embriagaste con tus palabras, con tu fragancia a mar… ¡Pero qué necia fui! Ya entonces las caracolas se ahogaban en la orilla ante tal traición.
Pero no lo vi, no lo vi…
Ante mí se alzaba un cielo rosáceo por quien las olas luchaban para llegar a tocar. La luz de Helios caía tenue sobre tus cabellos, realzando tus ojos, perdiéndose en tu cuerpo…
¡Y me confíe! ¡Necia! Tendí mi mano hacia ti, sólo intentaba acariciar tus rizos, la rosa de tus labios por la que mis dedos perdían su templanza…
Quisiera culpar a Eros por tanta devoción, pero tengo la certeza de que no se encontraba allí, de que ningún dios propició tal encuentro y, sin embargo, sucedió. Te encontré… Y aquel invernal jardín de espinos floreció en rosas y lirios, las amapolas guiaban mi camino y el canto de filomena era mi compaña.
No caminabas conmigo, pero estabas a mi lado, siempre a mi lado.
Pero poco a poco comenzaste a quedarte atrás, a caminar más despacio. Las flores comenzaron a marchitarse, Helios se tornaba plata y filomena se oscureció… era su graznar mi compañía.
Me sentía cual Orfeo en su heroicidad. Tan cerca de tener a su amada, tan cerca estuvo, tanto la ansiaba que tan siquiera Amor o la voz de su música le dio paz para no mirar.
Me convencí de no volver la vista atrás, de no esperar, de continuar por miedo a que te desvanecieras cual Eurídice y sin embargo… te perdí.
Cuando la ansiedad me devoraba, cuando mi alma más te necesitaba, cuando más se oscureció nuestro camino, cuando mi voz se desgarraba en el silencio de la noche, cuando ya no pude continuar… volví.
Me volví y no estabas. Quise deshacer mi camino, pero se alzaron negros muros ante mí. No pude saltarlos, no pude rodearlos, escalarlos… me vi obligada a proseguir sin ti.
Nunca supe en qué punto del camino te quedaste, en qué punto del camino me cegué, te olvidé, te perdí…
Hoy día sigo mi camino, mi oscuridad… pero cuando más débil estoy, cuando ya no puedo continuar, cuando tu recuerdo quema mi memoria… deshago mi camino para volver a ti. Llego hasta los altos muros de piedras, altos muros infranqueables, e intento asediarlos, conquistarlos, volver a ti…
Pero qué necia…
Nunca podré conquistar mi pasado.

Adiós Amor.