viernes, 8 de julio de 2016

Tren

  ¿Qué os inspira el tren? ¿Os evoca algún recuerdo? Confieso que, aunque tengo muchos y grandes recuerdos de casi todos los medios de transporte, el tren es el que me evoca los más hermosos.
  Lo he usado desde mi más tierna infancia. Mi abuelo me llevaba a la estación para verlo pasar. Si bien este recuerdo se difumina con el paso del tiempo, su sensación permanece. Después era mi abuela quien pagaba el costoso y corto trayecto que nos llevaba a casa de nuestros primos. El tren se convertía en un viaje familiar y para la familia. Finalmente llegó el tren a la Universidad, al futuro; el tren a mi nuevo hogar; el tren hacia el amor; el tren hacia las amigas... Los raíles de la comunicación se hacen largos cuando tu objeto de deseo espera en el andén.
  Mirar por las ventanillas y dejar escapar el estrés, los miedos, el vértigo de la vida. Llenar nuestras mentes de contemplación, de relajación, de la nada. Vaciar nuestras cabezas y ser felices durante un trayecto, regresar a la ignorancia, al yo primigenio. Sin embargo, nos perdemos cientos de hermosos paisajes por la prisa, por el móvil, por un libro... (añádase el objeto que desee). Y aún así, mirar para contemplar como la evolución devora el paisaje y saber que estás sentada contribuyendo a ello.
  Rodearte de desconocidos, escudriñar sus vidas e inventarles historias, creerte escritor, especial, diferente. Ocultarte tras un libro, aislarte con unos auriculares, entretenerte con un billete de tren y un bolígrafo.
  Viajar.

  Conocerte. Reencontrarnos algún día. Un viaje en tren si eres tú quien me espera. ¿Por qué no?


domingo, 3 de mayo de 2015

Los colores de la primavera

Está siendo una primavera extraña, quizás porque no puedo disfrutar de ella como he venido haciendo hasta ahora. No me importa que sea fría o calurosa, que llueva o granice, porque su belleza para mí no reside ni en el tiempo ni en el cielo sino en tu recuerdo; pero tampoco entiendo porque este año tu recuerdo está más vivo que nunca.
Cuando atravieso en coche por los campos verdes, amarillos y rojos; intento recordar la tonadilla que me cantabas cuando era niña y me perdía entre tantos colores. La tonadilla está perdida en el tiempo, por suerte la letra permanecerá para siempre y así, cada primavera, con los primeros destellos rojos, busco entre mis libros esa letra en la que me deleito recitando para mí:
Novia del campo amapola,
que estás abierta en el trigo;
amapola, amapolita, 
¿te quieres casar conmigo?
Nunca te dije que sí. No podía. No entendía. Sólo recuerdo el amarillo, tener la cabeza levantada y ver tu rostro (un rostro cada año más difuso) acercándose a mí con una amapola. ¡Con qué ilusión la cogía entre mis manos y la acercaba a mis labios! Recuerdo correr por aquel lugar mientras tú me seguías con paso lento y acompasado, apoyado en tu muleta.
Cada lunes llevaba esa amapola a clase, ¡bendita inocencia! ¿Cómo iba a saber que nada más cortarla moría? ¿Cómo iba a saber que así, sin más, iba a ser nuestra relación? Hermosa, fuerte, frágil y efímera.
Y así, sin más, llegó mi sexta primavera. Sin tu rostro, sin tu canción, sin tus amapolas. Sin ti, pero con tu recuerdo.
Está siendo una primavera extraña. No puedo pasear, no puedo detenerme a acunar entre mis manos cada amapola, besar cada uno de sus pétalos como quien besa tus recuerdos. Este año no puedo, no tengo tiempo, pero siempre me quedará...

Novia del campo, amapola
que estás abierta en el trigo;
amapolita, amapola
¿te quieres casar conmigo?
Te daré toda mi alma,
tendrás agua y tendrás pan.
Te daré toda mi alma,
toda mi alma de galán.
Tendrás una casa pobre,
yo te querré como un niño,
tendrás una casa pobre
llena de sol y cariño.
Yo te labraré tu campo,
tú irás por agua a la fuente,
yo te regaré tu campo
con el sudor de mi frente.
Amapola del camino,
roja como un corazón,
yo te haré cantar, y al son 
de la rueda del molino.
Yo te haré cantar, y al son
de la rueda dolorida,
te abriré mi corazón,
amapola de mi vida.
Novia del campo, amapola,
que estás abierta en el trigo;
amapolita, amapola,
¿te quieres casar conmigo?
J. R. Jiménez

jueves, 26 de marzo de 2015

Familias

La semana pasada y las dos próximas están convirtiendo mi vida en un cúmulo de momentos y experiencias inolvidables. Vamos en orden.
El pasado día del padre fue mi aniversario de pareja. Lo pasamos alejados del mundanal ruido, paseando entre naturaleza salvaje, real, sintiéndome dentro del beatus ille horaciano y pensando... ¡qué gran mentira! Vivir del campo no es tan fácil ni tan bonito. Sin embargo, pasear entre árboles, con el arrollo de fondo y el aroma de las flores nacientes es precioso.


 Dichoso aquél que lejos de los negocios, 
como la antigua raza de los hombres,
dedica su tiempo a trabajar los campos paternos con los bueyes,
libre de toda deuda,
y no se despierta como los soldados con el toque de diana amenazador,
ni tiene miedo a los ataques del mar,
que evita el foro y los soberbios palacios
de los ciudadanos poderosos. 




Reflexioné, también, sobre lo poco o nada que se nos enseña de cultura natural, es decir, aquella que versa sobre la naturaleza. Aunque me resulta precioso y divertido ver el rostro de mi pareja mientras me enseña o, porque no decirlo, se ríe con mi ignorancia. Para él soy una niña pequeña a la que debe enseñar, la mujer con la que quiere compartir sus recuerdos y todo aquello que le hacía feliz de niño y que le sigue haciendo feliz ahora. ¿Por qué no complacerle? Al fin y al cabo, aprender es siempre algo maravilloso.

Las próximas semanas, bueno, primero: llega Semana Santa; segundo: me marcho del país (por muy poco tiempo).
El Viernes Santo siempre ha sido para mí un momento especial, un momento familiar. Sé que todas las familias se reúnen por Navidad, pero mi familia (paterna) se reúne ese día. Aunque cada vez somos menos, el recuerdo pervive y eso es importante.
Sobre mi marcha, bueno... es sólo un pequeño viaje para ver a la niña de mis ojos, aunque ya planeo otro para ver a mi niño.
Porque, a fin de cuentas, se trata de la familia. De celebrar el día que elegiste a la persona con la que quieres formar una nueva; de recordar a la de antes; de visitar a la que siempre estará y que nunca cambiarás y escribir este post un día en el que ella forma parte de la de antes, de la de siempre y aunque no esté presente hoy, seguirá formando parte de la nueva.



PD. No puedo terminar esto sin darle a mi querida Esther A. P. R. el crédito por su fotografía. Gracias, espero que no dejes un hobby tan bonito y que se te da tan bien.

viernes, 6 de marzo de 2015

Mujer y moda

No hago más que leer artículos sobre 'moda': teñirse las axilas, depilarse todo el vello púbico, dejarse un hueco entre el bikini y el cuerpo o entre los muslos...
La primera me la han vendido como un movimiento feminista, sin contar las peluquerías y marcas de tintes que se han lucrado.
La segunda resulta que viene de un estudio, costeado por una marca depilatoria (a la que no quiero dar publicidad), hecha a hombres sobre el vello púbico femenino, por lo que las mujeres no han opinado.
Las dos últimas, bueno, niñas-jóvenes-mujeres que al mirarse al espejo se ven gordas pesen lo que pesen y sin pensar en su salud.
No sé cual de estas modas me gusta menos o me da más rabia. Yo quisiera comprender a esas mujeres que se dejan llevar por ellas, quisiera dejarme llevar y no ser el bicho raro que he sido siempre. Sin embargo, quiero saber por qué tengo que seguir una moda que puede ser nociva, machista y consumista por el mero hecho de estar a la última (que nunca se está a la última si no a la penúltima) y dejar de ser la que no entiende de moda.
Soy de estilo cómodo, de no pararme mucho a pensar y de no preocuparme por mi aspecto a no ser que se me exija socialmente como en una entrevista de trabajo (reíros un rato con esto) o algún evento social, pero aún así no abandono mi estilo. Siempre lo he dicho: ojalá algún día sea lo suficientemente valiente como para despojarme de toda carga social y poder ser YO.
Reconozco que yo también sucumbí a la moda de la delgadez, si bien no dejé de comer, mi entorno me ayudó de manera que llegué a pesar 45k y, por supuesto, no estaba sana. Hoy hecho la vista atrás y me pregunto cómo podía verme gorda en aquella época si no tenía más de donde perder. Después pasé al extremo opuesto, caí en las garras de la compulsión y el estrés, vi en la comida una amiga. Dejé atrás los 45k para pesar más de 70k y, de nuevo, no estaba sana. Me hundí.
Mi vida era un caos hasta que llegué a un punto de inflexión, admito que el yoga me ayudó mucho en esta etapa tan oscura y decidí pensar en mí, en quererme y para ello, siguiendo los principios del yoga, tenía que perdonarme y aceptarme. Así que entre el yoga, el ejercicio (me enamoré el senderismo y el running) y mi lucha contra mis demonios conseguí lo que soy ahora. No sólo he bajado peso (60k), estoy sana, me acepto, me río de las tallas, sé lo que me gusta, lo que me sienta bien y lo que quiero. Con todo, aún trabajo mi autoestima, como todo el mundo tengo mis momentos de debilidad y debo seguir aprendido a sobrellevarlos sin tanto drama como antes.
Lo que intento transmitir es simple, aunque creo que se me ha ido de las manos: QUIÉRETE.

Mujer: sé valiente, sé fuerte, perdónate, acéptate. Haz lo que deseas, lo que es bueno para ti no lo que una sociedad machista, anoréxica y consumista te exija. Sé tú misma. Sé feliz.

Y si vamos a seguir modas, yo seguiré la de Rubens que me parece un poco más realista...

martes, 13 de enero de 2015

De rebajas y simulacros

Supongo que tras terminar estas fiestas todos habéis visto esas imágenes en cadena sobre que ya ha terminado "el simulacro de amor". Yo me pregunto ¿por qué?
Si lo pensamos fríamente, es cierto, es un simulacro. De repente todos somos cariñosos, nos acordamos de la familia, de los amigos a los que hace mucho que no vemos o con los que ni hablamos, aparecen los remordimientos y decidimos dejar de ser como somos ¿o no?
Para algunos (como es mi caso) es la época ideal pasar ser nosotros mismos sin que nos tilden de inmaduros o infantiles. Me gusta la Navidad, el amor que se respira, la inocencia, los niños, la magia. La verdad es que me da igual que sea una fiesta más pagana que religiosa (soy de clásicas, es fantástico seguir celebrando las Saturnales de un modo u otro), que no sea más que un periodo de consumismo exacerbado, quiero decir, no me importa el pretexto si no la finalidad: a todos nos viene bien ser amables, cariñosos, solidarios o buenos aunque sea una vez al año (que no hace daño).
Entiendo incluso a aquellos que sólo recuerdan a los que ya no están y aunque ellos no me entiendan, yo sigo amando la Navidad. Yo, que perdí a un familiar el día antes de Nochebuena o que sé que ese día es el cumpleaños de mi abuelo. Yo también he perdido, pero creo que la mejor forma de honrarlos es: recordarlos todos y cada uno de los días de mi vida y celebrando cada fiesta con el mismo amor, cariño y pasión que ellos me enseñaron.
Llegados a este punto recuerdo un villancico que cantaba con mi abuela:

-Madre en la puerta hay un niño
más hermoso que un sol bello,
parece que tenga frío
porque viene medio en cueros.
-Pues dile que entre, se calentará,
porque en esta tierra ya no hay caridad.
Entró el Niño y se sentó,
hizo que se calentara,
le pregunta la patrona
de qué tierra y de qué patria.
-Mi Padre es del cielo
mi madre también,
Yo bajé a la tierra para padecer.
-Hazle la cama a este Niño,
en la alcoba y con primor.
-No me lo haga usted señora
pues mi cama es un rincón.
Mi cama es el suelo desde que nací
y hasta que me muera ha de ser así.

Adoro este villancico porque para mí resume no sólo la Navidad sino también un lema de vida: la caridad, la familia, la humildad y el sacrificio, es decir, el amor.
Pero sí, la Navidad es una fiesta pagana, consumista, que nos obliga a ser solidarios y buenos, que nos hace recordar a los que ya no están. Pero es muy triste que en cuanto llega el día 7 de Enero cambiamos un espíritu de amor por uno rebajado.

viernes, 19 de diciembre de 2014

La profe inculta

Dicen mis alumnos que soy una inculta porque no sigo los grandes hits de la televisión, dícese: Gran Hermano; Adán y Eva; Mujeres, Hombres y Viceversa... Dicen. Creo que para picarme, quieren sacar a la profe de sus casillas. Inculta.
Yo les sonrío. Les explico lo que significa cultura y se repiten, pero en otros términos: "Te falta cultura televisiva. ¡Ésa es la más importante desde siempre!" ¿Desde siempre? ¿Qué sabréis vosotros, niños de 16-18 años lo que es desde siempre? Llamáis cultura a la caja tonta que si recibió ese nombre sería por algo.
Bueno, finalmente cuando les veo felices por sentirse superiores a mí, sonrío y les digo: "Ojalá comprendierais la pena que me dais." 
Y ahí se desinflan, caen y me observan como quien ve a una loca: desde lejos y sin tocarla, incrédulos. Unos segundos después se autoafirman en su insulto hacia mí, niegan con la cabeza y vuelven a sus deberes.
Pena, pero pena de verdad.
Para mí la televisión era un privilegio o un castigo, un mero entretenimiento cuyo derecho debía ganar. Con todo, siempre nos dejaron claro que eso no era cultura. Cultura era viajar, conocer y aprender y como nunca hemos tenido una economía boyante, cultura paso a ser los libros que nos permitían precisamente eso: viajar, conocer, aprender y además, vivir mil vidas.
Los libros eran nuestro gran premio. Mi madre ha conseguido, no sé cómo, que siempre que podemos pidamos un libro como regalo por delante de cualquier cosa. Estudiar era nuestra obligación, nunca nos chantajeó con un móvil, una moto o ropa si lo aprobábamos todo. Nos explicaba que el trabajo de los padres era ganar dinero para vivir y el de los hijos estudiar para ser mejor que ellos. Al terminar el colegio nos compraba nuestros cuadernillos Rubio y Santillana y un libro, el que quisiéramos y que sólo podríamos leer al terminar los cuadernillos que no duraban ni dos semanas y los libros ni dos días.
Tuvimos un profesor que se quejaba de que yo leía cosas inapropiadas para mi edad (A. Christie o Lorca con siete años es demasiado), que mi hermano sólo leía sobre dinosaurios (el veterinario aún recuerda el nombre científico de todos) y que mi hermana sólo leía las W.I.T.C.H. (ahora ha cambiado las hadas por la literatura inglesa en versión original). Mi madre siempre le respondía lo mismo: "Me da igual, mientras lean."
Los libros me han dado algo que no me ha dado la TV: recuerdos familiares inolvidables.
  Con mi hermano me enganché a la saga del Pequeño Vampiro y sentimos juntos la tristeza y la felicidad propia de terminarla juntos. Él mismo, con sólo dos años aprendió a leer gracias a su curiosidad y afán por aprender y al mío por enseñar.
  Mi madre nos leía antes de dormir. Yo siempre le pedía La bella durmiente, el mismo libro que utilicé para enseñar a leer a mi abuelo (claro que no lo conseguí, pero lo memorizó).
  Al nacer mi hermana seguí con la tradición que mi madre ya no podía continuar y comprendí porque me suplicaba para que eligiera otro cuento... Mi hermana siempre me pedía la misma historia, Piel de asno. Así aprendí que la historia se repite y es preciosa.
  La playa es para jugar con la arena, bañarse en el mar y tumbarse al sol. Eso era de pequeños, ahora, antes de salir nuestra madre nos pregunta: "¿Lleváis un libro?" Y sí, llevamos un libro, porque hemos crecido viendo a nuestra madre con un libro en la mano estuviéramos donde estuviéramos.
Así que sí, soy una inculta. Una inculta orgullosa llena de recuerdos maravillosos y con mil y una vidas por vivir.

miércoles, 3 de diciembre de 2014

Mr. W

Siempre nos quedará la esperanza ¿no? O al menos eso dicen.
Esta semana os traigo algo diferente, más que nada porque no he podido pararme más. Se trata de una semana vacía, pero no por ello sencilla. Así que os dejo con un texto (en inglés) escrito por mí (corregido por la profesora) que habla de eso: esperanza.

<< Mr. W sat at the window and contemplated the sky: it was blue without clouds like his home. He even remembered his home in the countryside between the mountains.
    But now he is a foreigner. The war forced him to leave his life and to start again in another place where he was a deserter. He changed after he'd seen the horror: he took a chance and went to the USA.
    His life hasn't changed since he arrived.
   Suddenly, he saw the person who could change his life through the window. He went down the staris and ran to him. When he found him, he said:
"Hello. Are you the Chance? I was waitting for you.">>

No seáis como Mr. W y os quedéis esperando esa oportunidad que no llega. Salid de vuestras casas y buscadla. Ella está ahí, en alguna parte, esperando que la encontréis. Mientras tanto no perdáis la esperanza.

miércoles, 26 de noviembre de 2014

El tabú del amor.

¿Os habéis preguntado alguna vez qué te quiero o te amo es el más difícil de pronunciar? 
Cuando sientes esas mariposas en el estómago, cuando estás siempre nerviosa por verle, cuando no sabes qué ponerte para estar perfecta, cuando sólo has empezado a sospecharlo... es horrible decirlo. Te invade el miedo por ser el primero o el orgullo para no serlo. Miedo a elegir mal el momento, el lugar. Miedo a que el otro no lo sienta. Y sin embargo, un día cualquiera, sin más, sin planearlo... sale o lo oyes, es natural, espontáneo. Perfecto.
Después de eso, no paras de decírselo, no dejas de oírlo. Es maravilloso. ¿La magia del amor acaso?
Pero pasan los años. Cada vez hay más confianza y debería, a su vez, ser más fácil decirlo. Debería seguir siendo algo natural, pero se convierte en un tabú. ¿Miedo? No. ¿Pereza? No lo creo. ¿Entonces? Comodidad. 
El ser humano es, como todos, un animal de costumbres y cuando está con alguien mucho tiempo da por hecho que siempre va a estar ahí. Llega un momento en el que no agradecemos a los demás su tiempo, su ayuda o que permanezcan a nuestro lado. Pensad que a todos cuando éramos pequeños se nos llenaba la boca diciendo "te quiero" a padres, abuelos, hermanos. Pensad ahora cuánto tiempo hace que no se lo decís cara a cara, sin usar un medio escrito. A mí no me valen los TQM, ni los estados de facebook/twitter/instagram o lo que sea,para decirlo (aunque yo misma lo haga).
¿Significa eso que la vergüenza sigue ahí, que a pesar de los años y/o la confianza, nos avergüenza decir "te quiero"? Me temo que sí. Hace mucho que no oigo a mis padres decírmelo a mí, aunque sí oigo cómo (se) lo dicen a mis hermanos. No creo que por ello no me quieran, es sólo que yo sí estoy presente y es más difícil. Sin embargo, hace poco que yo se lo dije a mi pareja y no me refiero a mensajes de texto o cualquier otra mensajería instantánea.
Me refiero a estar los dos en silencio, mirándonos a los ojos. Acaricié su rostro y de repente... me sentí agradecida por tenerle ahí, porque él haga hermoso el silencio y me sobrecogí. Me sobrecogió que después de casi once años pudiera seguir haciéndome sentir así. Le besé. Me emocioné, se me escaparon algunas lágrimas, no me avergüenza reconocerlo. Entonces él me devolvió el beso, me acarició la cara, me apartó el pelo y simplemente sonrió. Supe que estaba pensando lo mismo que yo. Recordé que él fue el primero en decir te quiero y ese recuerdo me hizo sonreír. Aparté mi mirada y con la voz quebrada le dije: Te quiero. Recibí un abrazo y un beso por respuesta. Unos minutos después él dijo: Yo también te quiero.
Él ha sido y es mi mayor apoyo, uno de mis mejores consejeros, uno de mis mejores amigos. Y sí, sé que en uno de éstos posts dije que el amor era otra cosa y no lo que tengo. Esto es mejor que el amor, porque es amor en estado puro. Un amor consecuente, inteligente, claro, sincero e imperfecto. Un amor que sabe odiar, discutir, defenderse, protegerse, llorar y que a pesar de todo sigue amando. Un amor que ya no requiere de tantos te quieros, pero que cuando llegan los valoras y aprecias más que aquellos muchos que os decíais en la época de mayor explosión. Tengo a mi lado una persona que me hizo ver que el amor madura, no envejece o muere, simplemente madura, crece y cambia contigo. Nosotros vamos de la mano por este tortuoso camino y nuestro amor crece, cambia y madura con nosotros, aunque ya sabéis que cada uno ama, siente y demuestra en diferentes niveles y formas.
El amor tiene muchos caminos, muchas formas, muchos tabúes, pero todos y cada uno de ellos necesitan lo mismo para ser llevados adelante: valor.
Tened valor. Amad y gritadlo.