viernes, 19 de diciembre de 2014

La profe inculta

Dicen mis alumnos que soy una inculta porque no sigo los grandes hits de la televisión, dícese: Gran Hermano; Adán y Eva; Mujeres, Hombres y Viceversa... Dicen. Creo que para picarme, quieren sacar a la profe de sus casillas. Inculta.
Yo les sonrío. Les explico lo que significa cultura y se repiten, pero en otros términos: "Te falta cultura televisiva. ¡Ésa es la más importante desde siempre!" ¿Desde siempre? ¿Qué sabréis vosotros, niños de 16-18 años lo que es desde siempre? Llamáis cultura a la caja tonta que si recibió ese nombre sería por algo.
Bueno, finalmente cuando les veo felices por sentirse superiores a mí, sonrío y les digo: "Ojalá comprendierais la pena que me dais." 
Y ahí se desinflan, caen y me observan como quien ve a una loca: desde lejos y sin tocarla, incrédulos. Unos segundos después se autoafirman en su insulto hacia mí, niegan con la cabeza y vuelven a sus deberes.
Pena, pero pena de verdad.
Para mí la televisión era un privilegio o un castigo, un mero entretenimiento cuyo derecho debía ganar. Con todo, siempre nos dejaron claro que eso no era cultura. Cultura era viajar, conocer y aprender y como nunca hemos tenido una economía boyante, cultura paso a ser los libros que nos permitían precisamente eso: viajar, conocer, aprender y además, vivir mil vidas.
Los libros eran nuestro gran premio. Mi madre ha conseguido, no sé cómo, que siempre que podemos pidamos un libro como regalo por delante de cualquier cosa. Estudiar era nuestra obligación, nunca nos chantajeó con un móvil, una moto o ropa si lo aprobábamos todo. Nos explicaba que el trabajo de los padres era ganar dinero para vivir y el de los hijos estudiar para ser mejor que ellos. Al terminar el colegio nos compraba nuestros cuadernillos Rubio y Santillana y un libro, el que quisiéramos y que sólo podríamos leer al terminar los cuadernillos que no duraban ni dos semanas y los libros ni dos días.
Tuvimos un profesor que se quejaba de que yo leía cosas inapropiadas para mi edad (A. Christie o Lorca con siete años es demasiado), que mi hermano sólo leía sobre dinosaurios (el veterinario aún recuerda el nombre científico de todos) y que mi hermana sólo leía las W.I.T.C.H. (ahora ha cambiado las hadas por la literatura inglesa en versión original). Mi madre siempre le respondía lo mismo: "Me da igual, mientras lean."
Los libros me han dado algo que no me ha dado la TV: recuerdos familiares inolvidables.
  Con mi hermano me enganché a la saga del Pequeño Vampiro y sentimos juntos la tristeza y la felicidad propia de terminarla juntos. Él mismo, con sólo dos años aprendió a leer gracias a su curiosidad y afán por aprender y al mío por enseñar.
  Mi madre nos leía antes de dormir. Yo siempre le pedía La bella durmiente, el mismo libro que utilicé para enseñar a leer a mi abuelo (claro que no lo conseguí, pero lo memorizó).
  Al nacer mi hermana seguí con la tradición que mi madre ya no podía continuar y comprendí porque me suplicaba para que eligiera otro cuento... Mi hermana siempre me pedía la misma historia, Piel de asno. Así aprendí que la historia se repite y es preciosa.
  La playa es para jugar con la arena, bañarse en el mar y tumbarse al sol. Eso era de pequeños, ahora, antes de salir nuestra madre nos pregunta: "¿Lleváis un libro?" Y sí, llevamos un libro, porque hemos crecido viendo a nuestra madre con un libro en la mano estuviéramos donde estuviéramos.
Así que sí, soy una inculta. Una inculta orgullosa llena de recuerdos maravillosos y con mil y una vidas por vivir.

miércoles, 3 de diciembre de 2014

Mr. W

Siempre nos quedará la esperanza ¿no? O al menos eso dicen.
Esta semana os traigo algo diferente, más que nada porque no he podido pararme más. Se trata de una semana vacía, pero no por ello sencilla. Así que os dejo con un texto (en inglés) escrito por mí (corregido por la profesora) que habla de eso: esperanza.

<< Mr. W sat at the window and contemplated the sky: it was blue without clouds like his home. He even remembered his home in the countryside between the mountains.
    But now he is a foreigner. The war forced him to leave his life and to start again in another place where he was a deserter. He changed after he'd seen the horror: he took a chance and went to the USA.
    His life hasn't changed since he arrived.
   Suddenly, he saw the person who could change his life through the window. He went down the staris and ran to him. When he found him, he said:
"Hello. Are you the Chance? I was waitting for you.">>

No seáis como Mr. W y os quedéis esperando esa oportunidad que no llega. Salid de vuestras casas y buscadla. Ella está ahí, en alguna parte, esperando que la encontréis. Mientras tanto no perdáis la esperanza.