jueves, 7 de mayo de 2009

Perséfone

Se desprende de tu boca
la suave cadencia,
la melodía muerta
de la rosa suspendida
en tu jardín de amor.
Jardín del que me expulsaste,
tú, mi dios, mi Eros, mi señor.
Cándida se balancea
bajo este nuevo Sol
que nos muestra un horizonte
tuyo, que mío ya no.
Me apartas de tu vera
y este camino andado
se torna espinos
si no vamos de la mano.
Dame una señal:
mírame, sonríeme,
dame la esperanza
de formar parte de tu piel.
Y si no...ciérrame las puertas
de tu nuevo cielo,
que yo sola partiré
sembrando flores hacia mi infierno.

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