miércoles, 21 de marzo de 2012

Al salir

Esta entrada es muy especial para mí, la escribí cuando tenía 14 años y se lo dediqué a mi profesor de Griego, cultura clásica entonces, un hombre increíble, maravilloso que hoy, por razones de salud está apartado de su trabajo y de su tierra y al que espero volver a ver pronto.
Siempre contigo.


"Hasta en las noches más frías, tu recuerdo es poesía"
(A M.D.D.)

La subjetividad es simple;
simple recuerdo de lecciones
que impartían las honradas madres
encerradas y confusas en su cuartel.
La palabra de los profetas,
la llegada del Mesías.
Ése que tanto nos amaba,
Ése que nos regló su vida.
Todo esto lo damos por cierto,
nos pasamos nuestra juventud
creyéndolo.
Pero al salir del encierro,
cuando nos damos de cara con la vida,
decidme, madres, ahora...
Ahora que estoy frente al mundo.
¿Qué es bueno? ¿Qué es malo?
Siento en mi alma un profundo desamparo
y no sé de la vida más
que lo que me han enseñado:
en seguir a un hombre que no veo,
en luchar contra los impulsos primeros.
Por eso...
Ahogo mi llanto en unos pechos,
en unos impulsos que no comprendo,
en el deleite de tu cuerpo.
No conozco este sentimiento,
este placer que tú me enseñas,
la lección olvidada de esas tristes beatas
que viven encerradas en sus colmenas
viviendo la vida a través de sus libros...
Enséñame tú, lasciva mujer, sobre el mundo,
sobre la vida, lo malo, lo bueno...
tu cuerpo.

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