sábado, 23 de abril de 2011

¡Pobre de aquel!

Pobre de aquel que desprecia a su amada
por horas de soledad.
Pobre de aquel que desprecia el amor
por la oscuridad de la noche.
Pobre de aquel que desprecia el cariño
por el lúgubre silencio.
Pobre de aquel que vende su ánima
por ver, de su amada, las lágrimas.
Pobre de aquel que vende su alma
por treinta nuevas monedas de plata.
Pobre de aquel que vende sus besos
por el mejor postor del momento.
Pobre de mí, que soy la amada,
el amor, el cariño, el ánima.
Pobre de mi alma, tan perdida,
tan falta de besos y caricias.
Pobre alma tuya tan sola, tan vacía,
tan seca y como siempre, perdida.

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